jueves, 15 de julio de 2010

lunes, 12 de julio de 2010

Klagenfurt 2010. Acabado.

Con la vuelta de vacaciones edulcorada con la resaca mundialista, procedo a la "suelta de ladrillo Macario 2010".

Por resumir en cuanto a tiempos, 12.05'. La natación como siempre (1:18), la bici bien y la maratón peor que pésima, lamentable.

En cuanto a sensaciones, hay más que contar. Como siempre en estos casos, el paso de los días da una mejor perspectiva para evaluar logros y cagadas. Lo que más lamento es no haber disfrutado plenamente ni de la carrera ni de lo que le rodea.

Días previos.

Aun con la logística casi resuelta bastantes días antes del viaje, la última semana en España la paso cerrando a matacaballo temas laborales, durmiendo mal y con algún sarao ineludible (una despedida de buenos amigos que se marchan a vivir al extranjero) intercalado. Salgo muuuuy cansado. Por fín llega el día del viaje, con su madrugón pertinente, sus idas y venidas, algún problemilla que otro y llegando a buen puerto (Krumpendorf) vía Munich.
El sitio es tal y como uno se lo imagina, es lo que tiene lo de tirar de internet y del Google Earth, no hay sorpresas cuando viajas. Paisajes preciosos, predominio del verde, limpieza, tranquilidad... Todo perfecto salvo esa costumbre tan europea de no tener persianas, a las 5 de la mañana resulta difícil dormir. Toca cambiar horarios y acomodarnos al ritmo austriaco.
Son días en los que se agradece el cambio de aires, vacaciones. La putada es que los IM's de este tamaño requieren tiempo. Entre idas y venidas de Krumpendorf a Klagenfurt, aparcar en el más allá, recogida de dorsales, check-in de bici y bolsas, Ironkid, etc; acaba uno reventado. Si eres de los que te encanta empaparte del rollito IM, es tu sitio. Pero a mí me basta con 5' de Expo; debo ser ya viejo y la sensación de verbena que rodea todo el sarao no es de lo que más me guste.

Entretanto, alguna salida en bici para probar tuercas y canillas, algún trote para recordar como era eso. Sensaciones cojonudas, sobre todo a pedales. Menos nadando, me molesta la costilla que me fisuré en invierno y me preocupa un poquillo. Y mucho mucho calor.

La noche previa es la del España-Paraguay, me paso el partido deseando que no haya prórroga. No la hay, pero me duermo tarde. Parece mentira, a mis años y tensándome como el cuero de un tambor cada vez que veo un partido de este tipo.

Dia de autos.

Madrugón, idas al baño, desayuno estándar pre-IM (yogur, cereales, tostadas, plátano). Traslado a Klagenfurt, aparcamiento a 1 km de boxes, intercambio de comentarios nerviosos con compis varios, última revisión del material, última visita al baño (eso pensaba, je je), puesta del neopreno, abrazos e intercambio de ánimos con la multitud de amigos y conocidos españoles que nos hemos juntado aquí... Me encuentro relativamente tranquilo, deseando empezar.

Natación.

Siguiendo mi costumbre, intento salir al final y por donde menos gente haya. Así lo hago, en la inmejorable compañía de Nono, Dani, Nacho. Nos deseamos suerte y al lío. Se nada en el Worthersee, un lago grande y de aguas cálidas, y se llega a la T1 por un canal que se adentra hasta el casco urbano de Klagenfurt.
Entre lo mal que nado y lo que me crispa el reparto de hostias, siempre me tenso un poco (acojono) en la salida. Pero consigo ir bastante relajado, cogiendo incluso unos pies que me permiten ir gastando poco durante el primer kilómetro y medio. Las costilla me molesta apenas unos minutos, los que tardo en entrar en calor. La vuelta se me hace un poco pesada, el no visitar la piscina pasa factura. Entrando en el canal empieza ya lo que iba a ser la tónica de este IM: molestias en el vientre, dolorosos retortijones que hacen que me encuentre fatal y deseando acabar para ir al baño. Se pasa mal con ganas de cagar y un neopreno puesto. Salgo del agua en 1.18', lo previsto en cuanto a tiempos, pero con mal cuerpo.

Bici.

Me quito el neopreno, me calzo zapatillas y casco y a por la bici. El recorrido, al que se le dan dos vueltas, se inicia con un tramo de toboganes que bordea el lago - en el que resulta fácil ir deprisa - seguido de tramos en los que llanear rápido, y un par de repechos bastante duros. Llevo un ritmo bueno, pero las tripas siguen molestándome, sobre todo en las subidas. Al final encuentro un bosquecillo en el que parar, no aguanto más. Esto me da una tregua y me autoconvenzo de que ya "me he quedado a gusto". Pero no, no será mi última parada.

El recorrido es precioso y muy rápido, las subidas son duras pero casi se agradece cambiar un poco de postura. Pero el chupe de rueda es generalizado, algunos con disimulo, otros sin cortarse un pelo. En la segunda vuelta, con el panorama un poquito más despejado, voy sólo hasta que llegan a relevos grupetas de acémilas de simpáticos nombres (Gerhard, Erhard, Wolfgang, Karl Heinz...) a los que te toca dejar pasar, cosa que me genera cabreo por un lado y estrés por otro. Me gusta ir relajado y aquí toca andar midiendo, apretando, aflojando... un poco coñazo. Todo esto me desanima un poco. Una de esas grupetas me pasa y según lo hacen me viene un juez a sacar tarjeta amarilla. Me pillo un cabreo monumental, en mi espanglish le digo que cojonudo, que si quiere me tiro a la hierba y que mire lo que tengo delante, una grupeta de 15 teutones en la que la separación máxima no llega a 1 metros. Acojonante. Me dan ganas de parar y mandar a tomar por culo a esta recua. El caso es que entre el subidón adrenalínico y que se monta un tormentón refrescante, empiezo a ir como una moto y a pasar gente sin parar, sobre todo en las subidas. Mis mejores kilómetros son los 50 últimos, en los que me encuentro bien aun con un mosqueo de pelotas. Los últimos 20 kms, de perfil favorable, los hago comiendo e intentando soltar canillas. Me bajo de la bici con una media de 32 km/h y bastante entero. Las tripas parecen amansarse. Lástima de paradas.

Carrera.

Me cambio de ropa y me pongo lo más fresco y ligero que tengo. Calor, mucho calor. Arranco a un ritmito llevadero que me permite pasar gente sin sentir fatiga. Paro a echar una meadita "de control", a ver como ando de hidratación. A pesar de haberme bebido todo lo que me habían puesto por delante, veo que estoy seco. Toca beber. Y lo hago, a sorbos, andando tras cada avituallamiento. Sigo así toda la primera vuelta, a un ritmo decentillo. De seguir así puedo plantearme bajar de 11 horas, pero no me quiero calentar la cabeza. En uno de los avituallamientos, me empiezo a encontrar mal, muy mal. Echo andar mientras bebo, pero no soy capaz de volver a correr. Voy andando hasta el siguiente avituallamiento, a escasos metros del apartamento donde dormimos. Voy tambaleándome. Conozco la sensación y decido sentarme en una sombra. Consigo una coca-cola fría y base de eso y de plátanos, consigo volver a andar pasados unos 20' en los que veo a pasar a más de un compañero y conocido. Medito retirarme antes de meterme en el bucle de Krumpendorf, pero pienso en los enanos deseando entrar en meta y pienso que no se merecen un plantón sin premio. Voy andando hasta el siguiente avituallamiento, bebiendo y duchándome con todo chorro que pillo. Por fin consigo arrancar un trote, cansino y lastimoso, que alterno con tramos andando. Soy capaz de medio pensar: "vaya puta mierda de maratón que te estás marcando, figura". Las tripas, cuando parece que ya voy recuperándome, vuelven a dar por saco; no me queda otra que parar a soltar lastre en los baños junto a boxes. Pierdo un huevo de minutos, están ocupados. Por fin consigo acceder al medio metro cuadrado más sucio del planeta en ese momento, joder con la belleza interior. Vuelvo a correr. Me encuentro bastante mejor y ya no ando más que en los avituallamientos y cuando me aprieta otro retortijón rabioso. La vuelta de Klagenfurt a meta se me hace llevadera, el hecho de que sean ya los últimos kilómetros y que haya refrescado un poco, ayuda. Voy hasta ligero, miro el reloj y me digo, "Joder, la mierda de IM que has hecho y bajas de 12 horas". Pero me pegan otro par de latigazos que me obligan a ponerme en cuclillas. Voy soltando música de viento de tal forma que ya me tapo el dorsal, me da hasta verguenza. En el útimo kilómetro, como es obvio, se pasan todos los males. Suena "Hell bells" de AC/DC, se me ponen los pelos de punta. Hago la gilicoña al voluntario de turno, amagando con hacer otra vuelta. La de veces que habrá visto el chaval hacer la gilipollez, que casi me cruje las cuadernas. Busco con la mirada a mis enanos, los pobres llevan un plantón eterno bajo el sol por ver llegar al lentorro de su padre. Cojo la mano de mi enanita mientras el enano corre a mi lado bandera en mano. Es el momento en que encuentro sentido a todo esto. Son unos segundos, unas gotas en el mar de horas en el que me he estado preguntando si valía la pena emplear tiempo, dinero y energías en esto. Pero sí, vale la pena. Fotos, abrazos con los compañeros (alguno lleva ya dos horas en meta), una cervecita para quitar el regusto de toda la mierda ingerida durante el día y a todo esto - hay que joderse- las tripas sin decir ya ni mú.


En resumen, una experiencia agridulce. Avituallamientos, animación, seguridad, la entrada en meta... son espectaculares. Pero han habido muchas cosas que no me han gustado; algunas ya las sabía, otras me han sorprendido, pero como conclusión creo que estas carreras tan masivas no son para mí. Al igual que dejé de correr la media de Madrid, la San Silvestre y todo lo que considerara caro, incómodo y me diera sensación de ser un borrego, creo que no volveré a IM's de este pelaje. Quería tener la experiencia, ya la tengo. A partir de ahora, si puedo hacer más, serán del corte del Ironcat o similar. De los de bajar con la bici a boxes media hora antes de meterte en al agua, sin tener enfangada a la prole en el rollito IM y sin ver pelotones de chupones austro-teutones.

Lo de mis tripas... pues no sé a que se debió. Corriendo sí que me han molestado más de una vez. Pero nadando y en bici... ¡en la vida! Suena a coña (es frase de tío resacoso), pero yo creo que fueron los panchitos que comí viendo el fútbol la víspera.