Tarde mal o nunca. Así es como me enterado, enlazando blogs, de una muy mala noticia. Tras saber esto, todo se relativiza. La gilitoña que ayer me dí en la M40, que me va a tener sin coche semanas y trastocar todo tipo de planes, las gastroenteritis reactivada de mi enano, las mil incomodidades diarias... todo eso pasas a verlo como meras incidencias propias, más o menos preocupantes, del tránsito vital. Que todo sea eso, que se dice. Tenemos la obligación de sentirnos afortunados cuando lo somos por tener lo que algunos pierden por momentos.
No sé que poner. Que hay que hacerse un cerrito, amigo Ppong.
Puto cáncer de los cojones.
jueves, 4 de enero de 2007
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